Bibliografia completa Wenceslao Lluesma Catalá, «Gracias, Don Tomás» (1975). Programa de festes 1975, sense numerar.
Etiquetes programes de festes, església, arquitectura, patrimoni
Data de publicació Dilluns  3 de gener de 2022

[Programa de fiestas 1975, sense numerar]

Gracias, Don Tomás.

Por Wenceslao Lluesma Catalá .

Hace unos meses cayó en mis manos un número de la Hoja parroquial. Como siempre, leí con avidez las breves pero interesantes noticias del pueblo y sus gentes. Una de ellas me sorprendió gratamente: el ventanal del coro iba a ser sustituido por una hornacina que, mirando a la plaza, enmarcaría la imagen en piedra del Santo titular de nuestra iglesia parroquial.

La idea me pareció acertada y oportuna. Con ello, la fachada de la iglesia, de piedra labrada y ladrillo de la “cantera”, tan sobria y escueta de líneas, recién remozada con indudable buen gusto, recibiría el broche de oro. Sería una fachada de iglesia perfecta, acabada.

La Hoja terminaba diciendo que la imagen de san Bartolomé, tallada en piedra, corría a expensas del que fue durante largos años celoso párroco y ilustre canónigo de la S. l. Catedral y Secretario General de la Facultad de Teología de Valencia, D. Tomás Belda Doménech.

Me pareció todo un gesto. No un gesto de vanidosa ostentación, como el de aquel que quiere dejar constancia de su paso y levanta un monumento. Era un gesto que expresaba algo más valioso: su cariño por Alfara.

Los muchos años -casi una veintena- que han transcurrido desde que D. Tomás, sobrecargado de obligaciones en el Seminario y otros lugares de la diócesis, se vio obligado, muy a pesar suyo, a renunciar al ministerio parroquial, no han sido capaces de marchitar su aprecio.

No en vano Alfara fue, realmente, su primera parroquia, que llegó a regentar en propiedad. Y para un sacerdote, lleno de celo apostólico, la primera parroquia debe ser algo así como el primer amor, que nunca se olvida.

Rvdo. e Ilmo. Sr. D. Tomás Belda Doménech.

Aquí trabajó incansable, cuidando espiritualmente de sus feligreses en largas sentadas de confesión y dirección, en la paciente administración de sacramentos, en la predicación, sencilla, clara y al grano; atendió sobremanera a los enfermos, a los niños de las escuelas. Buen colegial del “Patriarca”, cultivó especialmente y desarrolló entre sus fieles la devoción al Santísimo Sacramento, cuya capilla decoró con la imagen y lienzos alusivos a la vida del gran devoto de la Eucaristía y Señor de Alfara.

Atizó los rescoldos de devoción al “Beato” (que así le llamábamos cariñosamente, como si fuera algo exclusivo): los cultos mensuales, el ejercicio de la novena y el recuerdo frecuente de su vida y doctrina avivaron en el pueblo la apagada devoción al Patriarca. Su reliquia, en aquel relicario ennegrecido por el fervor, corría de casa en casa sin parar, especialmente visitando a los enfermos y atribulados. De esta manera su fiesta se fue convirtiendo en la fiesta con más fuerza de convocatoria entre todas las fiestas del pueblo.

Obras materiales, como expresión de su labor espiritual, fueron el altar mayor, en mármol blanco y figuras de bronce, el relicario, la sacristía, una ampliación del cementerio, la reforma de la casa abadía que preparó para sus sucesores y que no llegó a estrenar.

No sé si se me pasa alguna cosa más. Pero D. Tomás, como buen sacerdote y versado en la Sagrada Escritura, sabía que la Iglesia no se construye fundamentalmente con piedras materiales, sino con las piedras vivientes que somos los creyentes en Cristo. Por ello su preocupación primera y fundamental fue el cultivo cristiano de las almas. Atendió solícitamente las asociaciones apostólicas, la Acción Católica, el Aspirantado, los jóvenes, la Tercera Orden… Los círculos de estudio se sucedían casi a diario. “Este home acabarà desfent-se”, oí comentar a mi padre.

Fruto de este cuidado intensivo fueron las numerosas vocaciones al sacerdocio, secular y regular, y a la vida religiosa. En su tiempo se establecieron las Religiosas de la Inmaculada en el pueblo.

Sufragar los gastos de una imagen en piedra de San Bartolomé no es un gesto de vanidad ostentoso, es la manifestación de un cariño y aprecio por su parroquia, verificado silenciosamente durante más de diez años con su quehacer pastoral.

Por el gesto y por lo que representa y, más todavía, por lo que nos recuerda (y nos recordará la imagen en la fachada), no se me ocurre otra cosa que GRACIAS, DON TOMÁS.

Bibliografia completa Wenceslao Lluesma Catalá, «Gracias, Don Tomás» (1975). Programa de festes 1975, sense numerar.
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Data de publicació Dilluns  3 de gener de 2022
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