[Programa de fiestas 1960]
Contenido
El cuerpo de San Juan de Ribera viene a Alfara del Patriarca
Pequeña biografía de San Juan de Ribera
San Juan de Ribera y Alfara del Patriarca
Meditaciones en torno a San Juan de Ribera
Alfara y su Iglesia Parroquial
El cuerpo de San Juan de Ribera viene a Alfara del Patriarca
La idea brotó de un joven muy devoto de nuestro Santo en una reunión de Cursillistas. Fue una reunión de este invierno pasado. Se estaba planeando la reconstrucción y decoración de nuestro Templo Parroquial con miras a las solemnidades extraordinarias que, con motivo de la inminente canonización del Patriarca Juan de Ribera tendrían verificativo en nuestra Parroquia.
Todos estábamos de acuerdo. Aquel templo hecho girones, que tan descarnadamente delataba los efectos de la Revolución, no era marco adecuado para conmemorar en Alfara las fiestas extraordinarias de la canonización del que hace tres siglos y medio había sido su Arzobispo y Señor feudal.
Yo mismo me consideraba iluso al formular tan nobles aspiraciones. Como todo el mundo sabe, el cuerpo de San Juan de Ribera se guarda en el Altar del Santo en su Iglesia del Real Colegio de Corpus Christi. Y no teníamos entonces noticias de que, para dar mayor relieve y solemnidad a las fiestas de la canonización, sería trasladado a la Catedral, como luego se hizo. El mismo Sr. Vicario General, cuando de viva voz me anunció que recibiría el nombramiento de miembro de la Junta Ejecutiva de la Canonización del Beato juan de Ribera, por ser Cura de Alfara del Patriarca, al preguntarle si se trasladarían los restos del Santo a la Catedral, cuando las fiestas de la Canonización, mirándome de hito en hito, respondió que no había pensado en ello. Y cuando en una de las primeras reuniones de la Junta Ejecutiva se trató de los festejos que se celebrarían en junio, al formular otra vez la pregunta de si se trasladaría el cuerpo del futuro Santo a la Catedral, para que se le venerara durante el triduo de festejos, me di cuenta de que la pregunta había sorprendido también a la sala en pleno. El Ilmo. Sr. Vicario General, luego de mirar en los ojos a todos los presentes, declaró otra vez que no se le había ocurrido pensar esto, pero ya que la cuestión se ponía sobre el tapete, no tenía ningún inconveniente en afirmar que nada se oponía a ello, siempre que el Sr. Rector y los Señores Visitadores del Real Colegio de Corpus Christi estuvieran conformes. Y entonces fue cuando pedí para Alfara el privilegio de llevarse unos días el cuerpo del que en vida había sido Señor feudal y le había dado el nombre de Alfara del Patriarca, para que fuese venerado por los descendientes de sus antiguos vasallos.
Y se acordó el traslado del cuerpo del Santo a las parroquias de Alfara del Patriarca y Burjasot, a fin de que sus feligreses, descendientes de aquellos que antaño fueron sus vasallos además de sus diocesanos, tuvieran la honra de albergar y venerar, siquiera fuera por unos días, el cuerpo del Santo que un día fue su Señor feudal.
Nuestro gusto y nuestro deseo hubiera sido traer los restos mortales del Patriarca San Juan de Ribera para las fiestas patronales de agosto. Pero no pudo ser. Por razones supremas de régimen interno y de disciplina, se nos impuso la condición de que sólo en otoño se nos permitiría el traslado.
Este es el génesis y desarrollo de ese magno acontecimiento que Alfara del Patriarca se prepara a vivir estos tres días de gracia, del 1 al 3 de octubre de 1960.
¡Alégrate, Alfara del Patriarca!, y prepárate a asistir a la apoteosis del más grande y Santo de tus Señores, porque este es un día venturoso para tu Parroquia. San juan de Ribera no es sólo de ayer. Continúa siendo de hoy. Al acercarnos a él, nos parece un Santo amable y orientador de nuestros días. Gobernante prudente y dotado de un gran sentido social, no desdeñaba estar cerca de los hombres que en él descubrían siempre ternura, generosidad y comprensión.
¡Alégrate, Alfara, y acércate estos tres días de gracia a venerar los restos mortales de tu San Juan de Ribera! Porque un Santo es una bendición por donde pasa y va derramando bienes con su deseo, con su ejemplo y con su oración.
VICENTE ARANDA MARTÍNEZ
Cura Ecónomo.
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Pequeña biografía de San Juan de Ribera
San Juan de Ribera nació el año 1532 en el Palacio Pinelo, calle de los Abades, número 6, de Sevilla, siendo bautizado en la Parroquia del Sagrario de la Catedral. Fue hijo de don Pedro Enríquez y Afán de Ribera y Portocarrero, décimonono señor de la casa de los Ribera, 7.º Adelantado y Notario Mayor de Andalucía, 6.º Conde de los Molares, 2.º Marqués de Tarifa, primer Duque de Alcalá de los Gazulos, Virrey de Cataluña y Nápoles; y de Doña Teresa de los Pinelos, de noble familia genovesa avencindada en Sevilla.
Muerta prematuramente su madre, fue educado por la familia de su progenitor conforme a su rango en Bornos (Cádiz), donde radica la casa solariega de los Ribera, y en el magnífico palacio de Sevilla llamado la casa de Pilatos.
En la grandeza política de esta casa hay que notar su entronque lejano con Alfonso XI de Castilla y el más inmediato de los Reyes Católicos y la más encumbrada nobleza (Borjas, Orgaz, Castro Jeriz, Maqueda, Malpica, etc.).
Pero la hizo más famosa su vincu1ación a los héroes de la virtud: San Rosendo, Abad y Obispo reformador en el siglo X; doña Catalina Enríquez de Ribera, fundadora con su hijo don Fadrique del Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla; Doña Teresa Enríquez de Alvarado, “La Loca del Sacramento”; San Francisco de Borja, el Santo Duque y tercer General de la Compañía de Jesús.
En su infancia tuvo íntimo contacto con el Venerable Fernando de Contreras y, por él, con el Beato Juan de Ávila.
Recibió la clerical tonsura a los 10 años y, por voluntad de su padre, pasó a la Universidad de Salamanca a cursar estudios de Leyes, Artes y Teología, en cuya Facultad se doctoró y tuvo Cátedra. Fray Domingo de Soto lo propuso como modelo de estudiantes reformados.
Fueron sus maestros Domingo de Cuevas, Domingo de Soto, Pedro de Sotomayor, Melchor Cano, Juan Fernández Gil de Nava, etc.
Tuvo por amigos íntimos a Don Fernando de Toledo y Don Antonio de Córdoba, que renunciaron al capelo cardenalicio.
No contaba 30 años cuando fue nombrado por Pío IV Obispo de Badajoz. Mitra que aceptó por obediencia. Gobernó esta diócesis desde 1562 hasta 1568. En el Concilio Provincial Compostelano de 1565 señaló a los Prelados el programa de la reforma episcopal.
Conforme a estas normas, no se desdeñaba de administrar personalmente los Sacramentos, llevando, en ocasiones, el Santo Viático. Celebró dos Sínodos y por dos veces recorrió la diócesis en visita pastoral. El Beato Juan de Avila, a requerimiento suyo, misionó en esta diócesis.
Fray Luis de Granada dedicó a Ribera la Vida del Maestro Ávila, porque veía en el Obispo de Badajoz el más acabado modelo del predicador apostólico.
Todos los frutos de la Mitra pasaban íntegramente a los pobres, sustentándose él y su casa con los bienes patrimoniales.
San Pío V le nombró en 1568 Patriarca de Antioquía y, meses más tarde, lo trasladó de Badajoz a la Sede Metropolitana de Valencia. Comenzaba, pues, a gobernar el Arzobispado de Valencia a los 36 años.
Actividad suya muy señalada fue la predicación, tanto al clero como al pueblo, en la Seo, en las Casas de Religiosos y en todas las parroquias de su dilatada diócesis.
Celebró siete Sínodos. Publicó varios catecismos y numerosas cartas pastorales.
Para otorgar las órdenes sagradas, exigía con rigor en los candidatos ciencia y virtud.
Instituyó en su mismo palacio una Escuela para la educación de los hijos de los nobles, de la cual salieron: un cardenal, un arzobispo, 11 obispos, canónigos, curas de almas y muchos religiosos.
Otros sirvieron al rey en altos cargos.
Preocupación suya continua fue la fundación de un Seminario conforme a los mandatos del Concilio Tridentino, lo cual llevó a cabo con la erección de su Real Colegio de Corpus Christi con su Capilla de Culto diario y solemne al Santísimo Sacramento.
Once veces, por lo menos, visitó la archidiócesis por sí y por sus delegados. Como recuerdo de estas visitas, quedan en muchas iglesias ornamentos y vasos sagrados. Sólo las actas y decretos de visita pastoral ocupaban más de 92.000 folios en 91 volúmenes.
A lo largo de 42 años de apostolado entre los moriscos, no perdonó dispendios económicos ni fatigas, reorganizó las parroquias y, con privilegio apostólico, puso al frente de algunas de ellas a las órdenes mendicantes. Él mismo acudía en persona a predicar y polemizar con los alfaquíes. Finalmente, cuando Felipe III y su Consejo se determinaron a arrojar de España a estos enemigos de la monarquía y de la religión cristiana, el Patriarca aprobó el parecer regio.
Felipe III le nombró su Virrey y Capitán General en Valencia y durante su gobierno se consiguió la pacificación deseada durante tanto tiempo.
Fundó a nombre de su padre el monasterio de Clarisas de Corpus Christi en Bornos; instituyó la reforma de las Agustinas Descalzas con la regla de Santa Teresa: así mismo, erigió la provincia capuchina de la Sangre de Cristo. San Juan de Ribera ha pasado a los anales de todas las familias religiosas de su tiempo. Y con razón. Más de 80 monasterios le son especialmente deudores en el reino de Valencia.
Hombre muy dado al estudio, logró reunir un tesoro biográfico considerable. En su Biblioteca ofrecen particular interés las Secciones de Sagrada Escritura y comentaristas, entre los cuales se puede contar justamente al Santo Patriarca, aunque no hubo manera de vencer su humildad para que sus trabajos los diera a la prensa y publicidad. Examinados sus comentarios y traducciones por la Sagrada Congregación de Ritos, se vió que en la transcripción llenaban 2.366 folios de preciosa y segura doctrina.
Le honraron los santos más insignes de su tiempo: San Carlos Borromeo, San Pío V, San Francisco de Borja, Santa Teresa de Jesús, San Roberto Belarmino, San Lorenzo de Brindis, San Luis Beltrán, San Pascual Bailón: los Romanos Pontífices Pío IV y Pío V, Gregorio XIII y Clemente VIII; los reyes Felipe II y Felipe III; y muchos sabios y literatos le dedicaron sus obras.
Por cuanto conocemos de su vida, se echa de ver que desde niño había entregado a Dios su corazón con una donación completa, absoluta y para siempre.
Su confesor y cuantos le trataron y conocieron, se inclinaron a creer que conservó siempre la inocencia bautismal y que de las faltas veniales se guardaba cuanto podía. Alma eminentemente eucarística centraba su espiritualidad en el Santo Sacrificio de la Misa y en el Augusto Misterio. La huella de su acción pastoral ha quedado indeleble y profunda en la archidiócesis de Valencia, con la imprompta especial de su amor a Jesús Sacramentado.
Falleció el día de Reyes de 1611. Sus restos se conservan en la Capilla de Corpus Christi de Valencia, su fundación predilecta. Fue beatificado por Pío VI en 1796. Y canonizado el 12 de junio de 1960.
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San Juan de Ribera y Alfara del Patriarca
La canonización de San Juan de Ribera ha producido en toda la Archidiócesis de Valencia una alegría profunda, serena y señorial, como si hasta en esto de dar alegrías a los suyos quisiera el nuevo Santo ser lo que fue en vida. Una alegría que ha medido toda la trascendencia del hecho y toda la satisfacción de la devoción valenciana al Patriarca Ribera, que esperó tanto tiempo esta exaltación y tan reiteradamente la pidió. Porque es bien cierto que lo más típico y serio de Valencia miró desde siglos con veneración esa vida que perfumó nuestra tierra y que dejó en ella instituciones que son una de sus glorias más legitimas. Pero cabe añadir, con gozo, que en Valencia hay un pueblo vinculado de tal manera a la memoria del nuevo Santo que hasta su nombre es perenne testimonio de esta vinculación. Este pueblo es Alfara del Patriarca. Por esto la canonización de San Juan de Ribera ha sido para los hijos de Alfara motivo de una satisfacción que nadie podrá medir, si no ha vivido desde aquí la devoción tradicional y el orgullo santo que llevan en la sangre los que desde niños se acostumbraron a mirar en el BEATO algo suyo y lo tuvieron poco menos que como uno más entre los hijos de Alfara.
Aquí en Alfara tenía su altar y sus fiestas, su calle y su avenida y su nombre unido al pueblo. Pero tenía más, porque tenía ese aire de familiaridad y de simpatía del hermano mayor, del padre y del amigo de una sola pieza.
Con esto ya está dicho todo. Los hijos de Alfara han visto, pues, en la canonización de San Juan de Ribera la exaltación de algo que les pertenece.
El que sepa lo que San Juan de Ribera es para Alfara no se ha de extrañar de nada de cuanto ocurra aquí estos días aunque vea a un pueblo volcado materialmente junto a la carroza en que vendrá su propio cuerpo, favor que ya revela lo que el Santo tiene que ver con Alfara. Y el que no lo sepa, si quiere saberlo, que se venga en esos días por acá. Verá entonces el espectáculo grandioso de un pueblo vibrando al unísono, mezcladas en maravillosa hermandad las sonrisas de los niños y las lágrimas de los viejos, las esperanzas de los jóvenes y la dulce satisfacción de las personas maduras que soñaron mucho tiempo con esta exaltación que hoy les parece una realidad demasiado feliz.
Al tener que anotar estos hechos en las páginas del programa oficial de fiestas, también mi pluma se conmueve y exalta. Quisiera tener toda la solemnidad del estilo para admirar la grandeza del nuevo Santo. Y quisiera, sobre todo, hacer vibrar en el alma de cada uno de los hijos de Alfara en el amor más encendido al insigne Juan de Ribera, que es hoy más que nunca la gloria y el honor de nuestro pueblo.
EMILIO RAMON LLIN.
Cronista Oficial.
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Meditaciones en torno a San Juan de Ribera
Cuando tratamos de bosquejar el inventario de las actividades que San Juan de Ribera desplegó, queda sobrecogido nuestro ánimo, porque nosotros insertos en esta época de especialistas, de superficialidad y de prisas, no podemos comprender las múltiples facetas del talento, ni el caudal prodigioso de la voluntad —¡caridad vibrante!— del Patriarca, como no sea admitiendo la existencia de un continuado milagro que haya presidido la vida total de nuestro Santo.
Santo, sabio —erudito e investigador—, héroe —sin la espectacularidad del que blande la espada en campos de batalla, pero de un heroísmo no menos patente ni menos eficaz—, y también artista, capaz de comprender la esencia única e impalpable del arte, tanto si este se manifiesta plásticamente —como Arquitectura, Pintura…—, cuanto si palpitan sus acentos en el universo de lo temporal —Música, Poesía…—. Estas maravillosas manifestaciones del espíritu que se llaman Arte y Liturgia eran consideradas como inseparables por el Santo Patriarca y por ello pudo hacer cristalizar, como plasmación de sus ensueños de artista, esa institución única y ejemplar que es el Real Colegio de Corpus Christi. El regio edificio —Colegio, Capilla…— diríase que es una monumental custodia que refleja hacia todos los puntos cardinales la luz del Supremo bien que en la Eucaristía se nos da; el creyente experimenta allí inefables emociones que inevitablemente truecan su musitada oración de gracias en himno de alabanza, pero el bienaventurado Juan de Ribera —primerísimo enamorado de Jesús—Hostia— quiere cantos de equilibrada mensura y de serena alegría.
Un día, como quiera que el gran polifonista Juan Bautista Comes llevara en el coro demasiado animado el compás, recibió de parte del Arzobispo, su señor, una sortija con deslumbrante piedra preciosa cuyos quilates advirtieron al maestro sobre la densidad de la música cultural y también que la Capilla del Patriarca, que Comes dirigía, tenía que ser modelo de la mejor interpretación musical durante siglos y siglos…
Juan de Ribera, Virrey, estimaba a Comes como auténtico amigo y fruto de aquel afecto fueron las Danzas que para la festividad del Santísimo Corpus Christi compuso Juan Bautista Comes sobre un texto pintoresco y edificante que quizá haya salido de la pluma del propio Santo. Estas danzas —reflejo de las que todavía perviven en Sevilla interpretadas por los Seises—, constituyen un sabroso modelo de danza sagrada en la cual se alían figuraciones plásticas de hierática gravedad con líneas melódicas luminosas y expresivas; voces humanas y de instrumentos; el candor de los infantillos que danzan y cantan y las celestes resonancias del arpa que envuelven el conjunto como nubes de un sonoro incienso. La multitud de los fieles escucha y mira de hito en hito cada detalle de aquella ceremonia en cuya belleza han quedado subyugados sus sentidos.
Los grandes ideales de San Juan de Ribera son también las metas hacia las cuales Alfara tiende. Cuenta Alfara para poder proseguir en la ardua y difícil ascensión con la perenne proyección de su Santo Patriarca sobre sus tierras, sus casas y sus moradores.
Alfara del Patriarca palpita siempre por el apasionado deseo de ganar en virtud, de caminar por senderos que le lleven hacia elevadas cumbres de cultura. Alfara quiere mantenerse en su fortaleza espiritual del trabajo noble y el sacrificio libremente ofrecido. Alfara busca ¿cómo no?, el medio de afinar, de aristocratizar su sensibilidad por medio del arte.
¡Alfara cantará siempre a su Juan de Ribera!
Alfara: ¡En adoración constante a la Sacratísima Eucaristía!!
Ilmo. Sr. D. MANUEL PALAU.
Director del Conservatorio de Música de Valencia.
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Programa de actos que en Homenaje a San Juan de Ribera se celebrarán en Alfara del Patriarca el 1, 2 y 3 de octubre
A las 18’30, llegada a Alfara del Patriarca del cuerpo de SAN JUAN DE RIBERA, acompañado por la Junta Ejecutiva de su Canonización, Autoridades e invitados.
A la llegada serán disparadas las 21 salvas de honor.
Acto seguido y en procesión, será trasladado el cuerpo del Santo, por las calles de Avenida del Seminario, José Antonio y Teniente Ramón Casaña, a la Plaza de la Iglesia, donde se descubrirá una lápida que da el nombre a dicha plaza de SAN JUAN DE RIBERA.
El Ilustrísimo Sr. Don Antonio Rodilla, bendecirá un busto del Santo.
Terminado el acto, entrará el Santo en el Templo Parroquial y Novena en su honor.
Oficiará en la reserva el Ilustrísimo Dr. Don Antonio Rodilla.
DIA 2 DE OCTUBRE:
A las 10, solemnísima Misa Pontifical, oficiada por el Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Dr. Don Rafael González Moraleja, Obispo Auxiliar.
Predicará un antiguo alumno del Real Colegio de Corpus Christi, Canónigo y Profesor del Seminario Metropolitano.
Por la noche, a las 8, solemnísima procesión con los restos de nuestro Santo Juan de Ribera.
DIA 3 DE OCTUBRE:
A las 5 de la tarde. Misa Vespertina para los enfermos e impedidos de la Parroquia, a quienes se instará para que le pidan con fe a San Juan y obre en ellos un nuevo milagro.
Acto seguido, devolución de los restos de San Juan de Ribera al Real Colegio de Corpus Christi.
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¿Por que no recordar?
Y este canto no rimara
ni hablar aquí me atreviera
si un amor no me forzara
si un deber no lo pidiera
tener mi cuna en Alfara. (1).
En todo hogar de abolengo, suele haber un salón dedicado a archivo familiar, donde a los jóvenes miembros de la familia, se les instruye en todo lo que a ella responde históricamente y así les sirva de estímulo; nazca en ellos el afán de superación.
Tierra sagrada es Alfara. Dos Santos, Vicente Ferrer y Juan de Ribera, vivieron y la santificaron.
Era yo pequeño cuando la vi y todavía recuerdo aquella sala del Palacio (el Castell, como nosotros lo llamábamos) y la inscripción que en sus paredes había: “Aquí habitó y durmió San Vicente Ferrer”. ¿De cuándo data esta inscripción? No lo sé, pero la tradición es fuente histórica y no cabe duda, que aquella inscripción se debía a ella.
San Juan de Ribera, se hace cargo de la Diócesis de Valencia. Sus bienes radican en Andalucía. Él quiere gobernar bien la Diócesis, que se le ha confiado y para ello piensa que debe hacer varias fundaciones; del elemento espiritual dispone; no así del material; por lo que vende cuanto posee en Andalucía y toda aquella riqueza, la invierte en compras territoriales en Valencia, y así adquiere, lo que entonces era Señorío de Alfara, y que después sería propiedad del Colegio del Corpus Christi, que empleaba sus rentas para su sostenimiento, hasta la desamortización.
La lección es obvia. El primero, cuando se dirigía al pueblo, solía saludar de esta manera “Bona Chent” y el segundo, solía emplear con frecuencia, aquel texto “Después de esto hijo mío, qué más te puedo dar”. También lo empleó el Siervo de Dios, Bonifacio Ferrer, señor de Alfara, en la toma de hábito de su hijo.
Uno y otro nos hicieron este favor, al considerarnos “buena gente” al darnos junto a la ayuda espiritual, también la material.
Alfareño, no siembres tú en esta tierra santificada por Vicente Ferrer y Juan de Ribera, el odio, la división, y nazca en ti, como en el pecho de los hijos de las casas nobles, ese afán de superación.
La unión es fuerza, es progreso, es civilización. ¿Quién me orientará, dices?
Alfara tiene: médicos eminentes, grandes músicos (de uno de ellos, se dijo en varias quintetas, que ya entonces traspasaba las fronteras de España, al alcanzar el primer premio nacional con sus Gongorianas, año 1927), ilustres farmacéuticos, abogados, Inspectores de Sanidad, químicos, pedagogos, sacerdotes, etc., todos ellos son tu orla, son tu honor, son tu orgullo.
El que desprecia lo suyo, no es apreciado de los demás.
La historia es de todos y la escriben todos. Si el común denominador es la grandeza de tu patria; pensarás que todo aquello, que engrandezca la tuya, se debe aceptar, por el contrario todo aquello que la achique debe desecharse.
Lejos pues toda mira egoísta, todo sueño que cual espejismo os quiera engañar y llevaros a la falsedad y por tanto al fracaso.
Recordad e1 refrán: ‘”Salí de casa y me desvergoncé, y volví a casa y me remedié”. Estudia lo que tienes, calibra su valor y utilízalo en lo que es, y en lo que vale. Ante lo tuyo no te levantes de hombros con indiferencia y frialdad, porque entonces a tu afán de superación, se le podrá aplicar lo que decía un gran pensador de la sociedad moderna: “No podemos desconocer que vivimos en una sociedad admirablemente limpia. A todo se lava las manos”:
¿Será justo que callemos
cuando allá, tras las fronteras
el nombre de Alfara vemos
flotar entre cien banderas? (1).
(]) NOTA: De la poesía, recitada por Manuel Barat Lloris, en el homenaje, dedicado por Alfara del Patriarca a Don Manuel Palau Boix —1927— Premio Nacional y dedicación de una calle en esta localidad.
Rvdo. Sr. D. JOSÉ MARÍA PALAU
Catedrático del Instituto “Luis Vives”.
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Reciedumbre
CUANDO más parece que se va acercando el desmoronamiento de las antiguas tradiciones y normas cristianas de vida, y cuando más patéticamente llega a nuestros oídos el grito de angustia que lanzan los pueblos; surge ante la vida de los hombres la figura preclara y sublime de un santo, como antorcha que alumbra a los pueblos, como guía en el sendero de nuestras vidas.
ESTA figura gigante y excelsa que viene a iluminar en nuestro siglo, en nuestra época, es San Juan de Ribera.
EN esa gama de valores sobrenaturales y virtudes humanas que adornan la figura de este Santo, me ha llamado la atención, su reciedumbre, nombre con el que he titulado este pequeño artículo.
LA reciedumbre, no consiste en hacer cosas espectaculares, cosas grandes, sino en hacer bien esas cosas pequeñas de cada día, en permanecer en la brecha, sin desertar de nuestro puesto de responsabilidad, en nuestra actuación religiosa, familiar, profesional. con una perseverancia vivida a pulso, minuto a minuto, metiendo en todas las actividades, amor de Dios, con una generosidad sin límites, y de este modo sabremos adquirir esa reciedumbre para estar junto a la Cruz, para ser fieles al servicio de la Iglesia y del prójimo ya que nuestra vida debe ser un continuo acto de servicio como así lo fue esa figura excelsa, recia y gigante de San Juan de Ribera.
JUAN de Ribera fue recio, viril como hombre, como santo y como gobernante, como nos lo demuestra su vida y sus obras, dándonos ejemplo de que los hombres de Dios, no pueden estar apartados de intervenir en las cosas públicas, en los problemas sociales donde de una manera tajante se debate, en muchas ocasiones la aceptación o no del Reino de Dios.
Y el secreto y la fuente de esa fortaleza y reciedumbre, llena de ese amor a los demás, fue la Eucaristía; hay que comer el Pan de los Fuertes que es el mismo Cristo en ese milagro de Amor que nos da en la Santa Comunión.
SI no coméis mí Cuerpo, dice Jesús en el Evangelio, no tendréis vida, por eso muchas de nuestras vidas están lánguidas, por eso nuestro Cristianismo padece de una falta de vigor, por eso muchas veces perdemos la reciedumbre y la alegría, porque no comemos ese Pan de los Fuertes, porque no recibimos a ese Dios que está deseando que le comamos. con ese amor profundo y sublime con que le recibió nuestro Santo Juan de Ribera, alma enamorada de la Eucaristía. Este es el fuego de Cristo que llevamos en el corazón para encender en una llama de amor y de esperanza a todos los hombres de la tierra; para que ese mandato divino “ut eatis”… que vayáis, llegue a penetrar de Cristo a todas las estructuras sociales de la tierra.
Vicente Gregorio.
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Alfara y su Iglesia Parroquial
Destruido el Archivo Parroquial por los modernos bárbaros, en la revolución del año 1936, carecemos de la principal fuente de información para señalar hechos y fechas con relación a nuestra Iglesia Parroquial. No obstante, habiendo leído en mis años juveniles los documentos que en el citado Archivo se guardaban y tomado algunas notas, notas que he conservado y que, afortunadamente, han aparecido entre mis libretas de apuntes, me valdré de ellas para decir lo cierto como cierto y lo que carezca de certeza histórica como suposición, no gratuita, sino fundada en lógicas deducciones. Conste, pues, desde ahora que las fechas que en este escrito se consignan no son arbitrarias sino ciertas.
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La historia de nuestra Iglesia está íntimamente unida a la historia de nuestro pueblo.
Los primeros señores feudales del lugar de Alfara de la Huerta (así se llamó entorices) de que tenemos noticias fueron Guillermo Cháfer y su esposa Margarita. Constaba en el Archivo el hecho de que estos edificaron, a sus expensas, una Capilla para el culto del Señor y servicio de aquellos sus feudos. Suponemos que esta Capilla estaría emplazada en el lugar que hoy ocupa la actual Parroquia.
Después de los Cháfer fue señor feudal del lugar de Alfara Don Bonifacio Ferrer, hermano del gran apóstol valenciano San Vicente. Sintióse luego con vocación religiosa y profesó en la Cartuja de Portacoeli de la que fue, después, Prior. Fue uno de los que intervinieron en el célebre Compromiso de Caspe; sus restos descansan en el Santuario de la Cueva Santa.
Al cesar el Señorío de Don Bonifacio en 1396 pasó a Don Bartolomé Cruilles, Marqués del mismo nombre. Durante dos siglos conservaron los Marqueses de Cruilles el Señorío de Alfara hasta que siendo Arzobispo de Valencia el Patriarca Don Juan de Ribera, a la muerte de su padre Don Perafán de Ribera, habiendo heredado cuantiosos bienes adquirió con ellos los Señoríos de Burjasot y de Alfara que desde entonces, comenzó a llamarse “del Patriarca“.
Tenemos por cierto que la actual Iglesia no es aquella primitiva Capilla hecha por Cháfer. Su estructura y dimensiones no son las de una Capilla. ¿Quién la levantó? ¿Desde cuándo data? ¿La construyeron los Cruilles o el Patriarca? Hay un dato que nos hace pensar que se edificó en tiempo de los Cruilles y es el que la Iglesia está dedicada a San Bartolomé. Recordemos que el primero de los Cruilles llevó el nombre de Bartolomé. Y podemos tener por cierto que sería el propio Don Bartolomé Cruilles quien levantaría la Iglesia en honor del Santo cuyo nombre llevaba o sus inmediatos sucesores en el Señorío quienes construyeron la Iglesia, quisieron honrar la memoria de su antecesor dedicándola al Santo de su nombre para que su memoria quedase para siempre unida a su feudo por medio del Titular de su Iglesia. No encontramos ninguna explicación, fuera de ésta, que justifique el por qué sea Titular de nuestra Iglesia el Santo Apóstol.
Hemos de admitir, no obstante, que existían y existen vestigios relacionados con la época del Patriarca.
En lo alto del retablo del Altar Mayor estaba grabado su escudo (el Cáliz con la Hostia y las llamas de fuego a los lados); igualmente. grabado estaba en el florón del centro del crucero; como esculpido está en piedra en la portada o fachada de la Iglesia. Exacto parecido tiene el campanario de Alfara con el del Colegio del Patriarca de Valencia. Pero bien pudo suceder que el Patriarca quisiese dotar a la Iglesia de su Señorío de un retablo hermoso y digno —pues lo era en efecto, el destruido Altar Mayor— y mejor la fachada y levantar el campanario haciéndolo semejante al de la Iglesia de su Colegio.
En el desaparecido Archivo Parroquial no había nota ni dato alguno referente a la Iglesia actual, de tal manera que todo lo que vamos diciendo no tiene valor histórico estricto sino el de una opinión basada en ciertos detalles. Y si detalle es el Titular también lo es la misma fábrica de la Iglesia. Desprovista estaba de aquello que podía dar riqueza y hermosura a un templo y que tan corriente era en aquella época. No tenía frescos ni pinturas ni siquiera talla. Lo único notable eran los retablos del Altar Mayor y los dos —iguales ambos— del crucero, construidos en madera, estilo renacimiento y talla abundante: pero ni en las columnas ni en la bóveda había nada que la embelleciese. De haber sido obra del Patriarca no es posible que la hubiese construido con aquella extremada pobreza; él a quien todo parecía poco para el culto de Dios, que tan espléndido se mostró en la Iglesia de su Colegio de Valencia y tan generoso en los valiosos regalos que hizo a algunas parroquias de su Diócesis, de haberse construido la Iglesia en su tiempo y bajo su dirección de seguro hubiese estado más enriquecida. Juzgo, pues, que al posesionarse de su Señorío, encontrando ya la Iglesia construida y dedicada a San Bartolomé por los Cruilles la embelleció con los retablos y florones; de ahí el aparecer su escudo esculpido en ellos.
Acudiendo los fieles del lugar de Alfara a su Iglesia, no tenía ésta el rango de Parroquia sino que era Ayuda o Filial de Moncada. Fue el 18 de mayo de 1818 cuando se erigió en Parroquia de Entrada. En el Archivo se conservaba u na colección de “décimas” o versos, en valenciano, (aleluyes), referentes al hecho y al júbilo con que los de Alfara celebraron el acontecimiento. Uno de aquellos versitos, según recuerdo, comenzaba así:
Ya es Alfara Parroquia
Mes de cuatre no hu pensaben
En 27 de diciembre de 1952 fue elevada a la categoría de Ascenso, que hoy tiene.
La Capilla de la Comunión es muy posterior. En 1908, se hizo la ampliación de la Sacristía y comenzaron las obras de la Capilla, desde sus cimientos. Sufrieron éstas una larga paralización y se reanudaron a últimos del año 1921. Fue bendecida e inaugurada, previa una solemne función y devotísima procesión eucarística el 1 de enero de 1923.
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La revolución del año 36 con su odio satánico a todo lo religioso divide en dos épocas la vida y la historia de la Parroquia. La piqueta demoledora y la tea incendiaria destruyeron todo cuanto la Iglesia contenía: altares, imágenes, vasos sagrados, ornamentos, campanas … Llegada la liberación y con ella la libertad religiosa Alfara, al igual que los demás pueblos sometidos a la tiranía, se aprestó a reparar los estragos y reponer lo destruido.
Si pobre era la Iglesia en su ornamentación pobre era igualmente en sus objetos. No tenía nada que excediese de lo corriente exceptuando dos cosas: un riquísimo frontal y un artístico incensario. El frontal era de terciopelo granate, primorosamente bordado en oro y sedas; tan rico y valioso como los que se guardan y enseñan en nuestras catedrales formando parte de su tesoro artístico. El incensario de plata, verdadera joya de orfebrería. Del mismo estilo que el incensario y también de plata eran la naveta para el incienso y un cáliz.
Entre las imágenes había dos de especial mérito: La de San Vicente Ferrer y la de la Inmaculada.
Desapareció la Custodia donada por doña Amparo Lluesma el año 1931; pero fue después recuperada. ¿Podrá ser recuperado el incensario mencionado? Difícil será pues, si no ha sido fundido ni destrozado, ignoramos a dónde haya ido a parar. Pero fácilmente podría ser reconocido, pues en uno de los lados de su parte Inferior tiene grabada esta inscripción “es de A.”. Igual inscripción llevan la naveta y el cáliz.
Lo único que respetaron los revolucionarios fue la pila bautismal. Fue donada por Mariano Carsi March y su esposa Victoria Albert Pascual. Llevaba inscrito: Año 1893 pero se inauguró en 1894 con el bautizo de Mariano Carsi Ferrer, nieto de los donantes.
Siguiendo la historia de la Parroquia, a partir del año glorioso de nuestra liberación, 1939, hemos de mencionar: la bendición de las cuatro campanas de la torre el día 6 de enero de 1941; la consagración de la mesa del altar mayor y de la Capilla de la Comunión; la bendición de las siguientes imágenes: San Bartolomé, costeada por don José María Marqués; Santa Bárbara, por la familia Casaña; Virgen del Rosario, por la familia Catalá; Beato Juan de Ribera. por don Arturo Campos Marqués; Virgen Asumpta, por la familia Carsi; Patriarca San José, por don Emilio Ramón Llin y doña Consuelo Bigné; Inmaculada, por la Congregación de Hijas de María; Virgen del Remedio, por su Cofradía y devotos; Virgen de Desamparados, por su Cofradía y devotos; San Francisco de Asís, por sus devotos de la V. O. T. San Antonio Abad. por la familia Alcañiz; San Vicente, por los Vicentes y Vicentas; San Antonio de Padua, por doña María Guinart y devotos. La imagen del Señor Resucitado fue costeada por las Clavariesas de la Virgen del Remedio del año 1945 y se estrenó en la procesión del Encuentro del mismo año.
El Sagrario fue bendecido en enero de 1946. Ese mismo año se reconstruyó y decoró la Sacristía.
Los Clavarios del Patriarca del año 1948 costearon las andas del entonces Beato y hoy San Juan de Ribera, cuya imagen se bendijo el mismo año para su fiesta que se celebró el día 12 de octubre, a continuación de las fiestas tradicionales a la Virgen del Remedio y del Rosario. En dichas fiestas se inauguró la decoración de la Capilla de la Comunión y el retablo, costeado todo por el vecindario.
En la fiesta del Santísimo Corpus del año 1954 se inauguró el armónium, costeado por don José María Granell.
Consignados estos hechos referentes todos a nuestra Parroquia justo es que dediquemos un agradecido recuerdo a los beneméritos y celosos Párrocos que la han regido. Los nombres de los Curas Albert, Navarro —de carácter enérgico— y Llach —el de las grandes fiestas de 1889 cuando se bendijo la imagen de la Inmaculada— estaban en la memoria de aquellos cristianos, ya viejos, que yo conocí en mi juventud. Algo más posterior, sobre el año 1890, fue la rectoría de don Francisco Requeni, de corta duración, ya que falleció el día 2 de febrero de 1892 sucediéndole don Manuel Nicolau y a éste don Juan Soucase. En 1903, tomó posesión como Párroco, don José María Ferriols Jordán, fallecido en 27 de diciembre de 1920. En 1921 se posesionó, también como Párroco, don José Garcés Zaragozá cesando en 1935. Le sucedió don Francisco Muñoz Plasencia como ecónomo siendo nombrado Párroco en 1942. A su muerte, 3 de diciembre de 1944, fue nombrado Cura Ecónomo don Tomás Belda Doménech y después Párroco posesionándose como tal el 13 de julio de 1952. En 1955 fue nombrado Cura Ecónomo don Juan Schenk que se hizo cargo del curato en septiembre del mismo año; últimamente, en agosto de 1959 se posesionó, como Cura Ecónomo don Vicente Aranda Martínez, que actualmente dirige la Parroquia.
Durante algunos años la Parroquia de Alfara ha tenido también Coadjutor. Recordamos los nombres de don Diodoro Calabuig, don Félix Altur, don Francisco Boigues. Especial mención hemos de hacer del Coadjutor mártir, don Bartolomé Caballer Giner que vino el año 1904 y ejerció el cargo hasta la revolución del 36. Treinta y dos años de vida sacerdotal al servicio celoso y constante de la Parroquia y de los feligreses de Alfara.
Como en campo bien cultivado y cuidado habían de florecer y cuajar en Alfara vocaciones sacerdotales y religiosas. Bautizados en su Parroquia han sido los Reverendos don Vicente Chapa Boira, Capellán de Bétera; don Bartolomé Bailach Bondía, Párroco de Campanar; don Valentín Palau Laguarda, Capellán de las Religiosas de Masarrochos; don Juan Miguel Gil Gil, Cura de Algar; el Padre·Vicente Palau, Franciscano; el P. Ismael del Niño Jesús, Carmelita: todos ellos ya fallecidos. Actualmente somos tres los sacerdotes hijos de la Parroquia: don José María Palau Marqués, don José Sambartolomé Boira y el que esto escribe. Igualmente tres son los Religiosos: los Padres José, Wenceslao y Ricardo de Alfara, todos pertenecientes a la Orden Capuchina. Religiosos legos ya fallecidos fueron Fr. Cristóbal de Alfara, Capuchino; Fr. Redempto, Carmelita y Fr. Modesto Alabadí, Terciario Capuchino.
Completamos la historia de la Parroquia de Alfara diciendo: Que en 1895 fue visitada por el Arzobispo de Valencia, Don Ciriaco María Sancha Hervás; el 23 de septiembre de 1910 por el Arzobispo Don Victoriano Guisasola; el 2 de diciembre de 1921 por el Arzobispo Don Enrique Reig Casanova; el 18 de enero de 1950 y el 17 de noviembre de 1953 por el Arzobispo Titular de Methyma Don Emilio Lissón que practicó la Visita Pastoral en nombre del Excmo. Sr. D. Marcelino Olaechea, Arzobispo de Valencia.
En septiembre de 1948 el Excmo. Sr. Don Marcelino Olaechea bendijo la Capilla y el Sagrario de las Religiosas Argentinas que, el mes anterior, fundaron Casa en Alfara. Ofició asímismo en la Procesión Eucarística que se organizó desde la Parroquia para dejar reservado el Señor en su Capilla.
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Desde el día glorioso de nuestra Liberación han pasado veinte años. Las imágenes se han repuesto; algunas obras, como la decoración de la Capilla y de la Sacristía se han llevado a cabo. También se hizo en 1955 el nuevo Baptisterio en lo que era Capilla de San Francisco. Pero desprovista la Iglesia de lo único que la enriquecía, que eran los retablos, continuaba a pesar del tiempo transcurrido, siendo pobre, impropia de un pueblo como Alfara. Se imponía una decoración completa que la transformase y la hiciese digna, no ya de Dios, pues para Dios nada hay bastante digno, pero sí de la religiosidad, de la importancia y potencialidad económica de nuestro pueblo. Todos ansiábamos que llegase el día de poder ufanarnos y enorgullecernos de nuestra Parroquia. Y he aquí que ha llegado el momento. El Cura actual, Don Vicente Aranda, recogiendo y haciendo suyo el proyecto de su antecesor, se ha lanzado a la obra y con la ayuda de Dios y del vecindario, el proyecto es ya hermosa realidad. Y ha llegado esa realidad unida al júbilo que Alfara experimenta al ver elevado a los altares, aureolado con la corona de los Santos, a su antiguo Señor el Patriarca Juan de Ribera; y ha llegado unida al gozo y entusiasmo con que se prepara para recibir sus restos y ser, durante unos días, depositaria de ellos. ¿Qué ocasión mejor que ésta podía presentarse para la inauguración del decorado de la Iglesia?
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Cuando pasados los días y terminadas las solemnidades sean devueltos los restos del Santo Patriarca a su Altar de la Capilla de su Real Colegio, entremos en nuestra Parroquia y la veamos tan artísticamente decorada, tan bella y hermosa como ahora es, bendigamos a Dios que en este año 1960 nos ha dado tres grandes alegrías: la canonización del Patriarca Juan de Ribera, la estancia de sus restos entre nosotros y la anhelada decoración de nuestra amada Parroquia.
M. Rvdo. Sr. D. JOSÉ MARÍA SERRA.
Arcipreste de Catarroja.
Bibliografia completa | San Juan de Ribera. Programa de fiestas, octubre 1960. Selecció. |
Etiquetes | Història, programes de festes, Patriarca, Joan de Ribera, església, religió |
Data de publicació | Dimecres 9 de juny de 2021 |
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