[Programa de fiestas 1954, sense numerar.]

En la segunda mitad del siglo XVI vivía en Alfara el ciudadano de Valencia, Gaspar Jaca. Hombre rico y aficionado al arte veneratorio acostumbraba a ir de caza a los montes del Convento del Santo Espíritu, a dos leguas de la ciudad y convertido, ya en el siglo XVIII, en Colegio de Misionistas Franciscanos.

Sólo los días de precepto se celebraba misa en Alfara por un fraile de San Onofre, a no ser que, por causa del mal tiempo, no pudiera acudir éste, en cuyo caso se quedaba sin ella. Gaspar Jaca, bien por proveer de misas a su pueblo, bien por compasión hacia los frailes del Santo Espíritu, que tantas inclemencias debían sufrir, entró en tratos con la Orden de San Francisco y a base de las diez hanegadas de tierra y la alquería que donó nació el primitivo núcleo del Convento de San Diego de Frailes Observantes.

El placer del Señor por la nueva fundación se manifestó enseguida por medio de san Francisco y de San Diego. San Francisco curó milagrosamente a Juana Angela Borrás y Rubert, tía del fundador Gaspar Jaca, que llevaba largo tiempo tullida. Días después habiéndose reunido en casa del mismo Gaspar Jaca unos treinta religiosos por asuntos de la Orden y como no pudiesen moler por el mal tiempo, lluvioso, y faltara la harina, rogó aquél a San ‘Diego que le ayudase, y Dios hizo por su mediación que de una tinaja en la que había escasamente una barchilla de harina, se pudiera amasar tres días para todos los reunidos en su casa.

Gaspar Jaca renunció pronto al derecho de patronazgo sobre el Convento y cedió dicho derecho a Isidro obligación de poner túmulo y responsar en las festividades. Los patronos, por el “ius patronatus”, tenían la des de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos; de costear la fiesta de San Diego y una misa anual en el altar de San Antonio de Padua, amén de dar el aceite necesario para la lámpara del Altar Mayor. Se cumplieron siempre las obligaciones de la fiesta del titular del Convento y de dar el aceite para la lámpara, pero no las otras.

La comunidad se componía de veinte frailes observantes y poseía en la huerta de Valencia dieciocho lugares.

Las primeras obras del nuevo edificio fueron costeadas por limosnas de devotos y luego por los Coll, patronos, hasta que Pedro Coll dió en 1735 quince pesos por año, según consta en el Archivo General del Reino.

M. L. GRAU

Bibliografia completa M. L. Grau, “Fundación del Convento de San Diego”. Programa de fiestas 1956. Sense numerar.
Etiquetes Història, programes de festes, San Diego, patrimoni, arquitectura
Data de publicació Dilluns 4 d’octubre de juny de 2021
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